Sonidos que curan (I)
La soprano entona una nota agudísima y la copa de cristal se rompe. La balada que canta el conjunto pop lleva hasta las lágrimas al público. La nana duerme al bebé. El sonido y la música tienen un poder que se manifiesta de manera cotidiana y sin embargo continúa siendo en buena medida un gran misterio. ¿Pueden las notas musicales servir realmente para curar o prevenir las enfermedades? ¿Podemos aprovecharnos conscientemente de los sonidos para potenciar nuestra salud física y mental? ¿Qué tipo de sonidos son estos? ¿Pueden utilizarse en el desarrollo espiritual?
Para comprender el efecto sobre la salud del sonido y la música primero hay que conocer sus características. La música está compuesta por silencios y sonidos, y éstos por tonos (o notas musicales) y armónicos. Cuando se golpea un gong, por ejemplo, se produce un tono fundamental, con una determinada frecuencia vibratoria, que resuena por la superficie del instrumento y produce sus armónicos. La combinación de tono y armónicos da lugar al timbre, que es peculiar de cada instrumento y de cada voz. Por último, la sucesión de notas a una velocidad determinada produce armonía y ritmo musicales. Por tanto, el efecto de los sonidos y la música sobre la salud deben tener relación con estos conceptos, a menos que existan otros que la ciencia física actual no conoce.
Por otra parte, el sonido se propaga mediante ondas por el aire, el líquido e incluso los medios sólidos hasta impactar en el oído. Este las captura y las reproduce en el tímpano vibrante para que lleguen hasta el auténtico receptor auditivo, el órgano de Corti, cubierto de 20.000 células pilosas, donde se convierten en impulsos nerviosos que a través del nervio auditivo arriban en unos milisegundos al cerebro, que las descodifica y traduce en sensaciones auditivas.
El sonido nos hace humanos
Explicado así, parece la descripción científica de un fenómeno como cualquier otro, pero posiblemente sea el sonido lo que nos hace nacer como seres humanos, bien en la etapa fetal, cuando nos sentimos constantemente acompañados por el tam tam del corazón de la madre o luego, al llorar por primera vez y sentirnos dueños de una voz con la que podremos comunicarnos.
La etimología de la palabra persona informa de este dato esencial: a través del latín (personare) alude a la máscara que en el teatro griego hacía resonar la voz de los actores. La música nos acompaña desde siempre. Los neandertales tocaban la flauta que fabricaban con fémures de osos. En una cueva de la región alemana del Schwäbische Alb se halló en 1973 una flauta hecha con hueso de cisne. El instrumento contaba con tres orificios y tenía una antigüedad aproximada de 35.000 años. El primer tambor debió fabricarse mucho antes.
Si el sonido y la música forman parte de la naturaleza humana, es lógico pensar que se pueden utilizar terapéuticamente. Los intentos en este sentido son seguramente tan antiguos como la humanidad. La historia de la musicoterapia en Occidente se remonta al menos hasta Pitágoras (siglo VI adC). Descubrió que los tonos y sus armónicos obedecían a una proporción matemática y como los números reflejaban para Pitágoras el orden perfecto del Universo, la música se convirtió en una poderosa medicina que aportaba armonía al organismo. Al parecer, los pitagóricos, músicos y matemáticos a la vez, realizaban composiciones para tratar los trastornos del alma y el cuerpo.
Según algunos autores, Pitágoras pudo tomar ideas de los egipcios, que utilizaron la música como agente capaz de curar el cuerpo, calmar la mente y purificar el alma. El papiro Kahun, datado en el 1800 adC, auque reproduce conocimientos más antiguos, es el primer documento escrito acerca de la influencia de la música sobre el cuerpo humano.
Fuente: https://elcorreodelsol.com/articulo/sonidos-que-curan
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